Da
asco. La clase política en Brasil casi en su totalidad está podrida, apesta,
pero Patricio FAL empieza por señalar con el dedo al culpable mayor que quiere
lavarse las manos: Lula.
1.
El problema central del Brasil no es la pobreza,
que existe. Ni es la desigualdad social, que posiblemente es la más grande del
mundo. Ni es el tráfico y consumo de drogas, que tiene auge en las favelas. Ni
siquiera es la corrupción, que es un cáncer creciente. El problema central de
Brasil es la politiquería: el POLITICAGEM, el politiqueo ruin y malandro.
Hijas del politiqueo son el oportunismo, la inestabilidad, la demagogia.
2.
El proceso contra Dilma lo inició Lula, cuando la
designó como candidata presidencial a dedo, por su mera voluntad. Peor aún:
Dilma fue designada candidata porque Jose Dirceu, el hombre de confianza de
Lula, había sido descubierto in fraganti: político corrupto, ladrón.
3.
En la primera elección Dilma hubo fraude. Ella
tuvo a Lula como su Jefe de campaña. Lula, que a la fecha era presidente del
Brasil, utilizó todos los recursos públicos para que su candidata ganara las
elecciones. Ahí fue derrotado Jose Serra, político inteligente y hábil que milita
en la socialdemocracia que lidera Fernando Henrique Cardoso. En la inequidad de
la campaña no solo hubo desigualdad: hubo fraude (por esa inequidad).
4.
Dilma como presidenta era vista como una
subalterna de Lula, quien lucía como el verdadero presidente en funciones.
5.
Dilma mantuvo las políticas sociales de Lula,
pero a la baja, porque el país que patrocinaba el milagro brasileño no era el
Brasil, sino la China, que compraba comodities en abundancia. Tanto iba a la
baja que los BRICs han desaparecido del mapa económico.
6.
La redistribución neoextrativista que permitía
exportar hierro, además de productos agrícolas y de cifrar las esperanzas
económicas del país/continente en el petróleo, específicamente en el presal, se
fueron agotando. La corrupción, paralelamente, crecía. Los atracos a Petrobras
alarmaron al mundo.
7.
Antes que la reelección de Dilma, el pueblo pedía
que Lula sea nuevamente el candidato. Pero Lula, acaso sin percatarse que el
ciclo del PT había concluido, mantuvo a Dilma, su discípula, como candidata.
Dilma ganó con las justas. Casi hubo un empate.
8.
En Brasil nunca hubo una revolución. El analista
político de izquierda, el uruguayo Raúl Zibechi dice que jamás se tocaron las
estructuras capitalistas del viejo modelo. Sencillamente cambiaron los actores.
Cambiaron los ladrones.
9.
La goleada que le propinó Alemania a Brasil en el
Maracaná, el 7 a 1: revelaba el estado de salud no solo del futebol sino
también la crisis política, que Lula no quiso ver.
10.
Lula impuso la continuidad de Dilma sin analizar
las condiciones políticas, económicas y jurídicas, sin medir el estado de la
corrupción y las demandas de la gente. Resultado: Dilma cayó. La derrocó el
propio Lula. Su ambición de poder. Su terquedad.
11.
Se dice que la destitución de Dilma es ilegal.
Podría ser desde el punto de vista jurídico. No lo discuto. Pero la destitución
se veía venir. Es más, creo que es justa desde el punto de vista democrático:
el 90% de la población estaba en contra de la mandataria. No es poco. Es de
burros no atender la voz popular y sus reclamos. La izquierda ve todo como un
complot de derecha, cuando es un hecho la corrupción y la perdida de
legitimidad del gobierno.
12.
Desde luego que lo jurídico importa. Lo jurídico
es la columna vertebral de una democracia… Salvo, claro está, cuando se produce
un tsunami político. En ese caso, lo jurídico y constitucional se convierten
(esto enseña la historia) en una barrera que se cae, se derrumba, pierde valor.
13.
Se afirma que las oligarquías siempre dan golpes
de Estado para poner al mando del gobierno a los peores oligarcas. Sucede que
el sucesor de Dilma fue escogido por Dilma y por Lula. Si ahora Lula se
arrepiente es demasiado tarde. Hay que tener razón a tiempo.
14.
Temer recibe un país en recesión económica y con
las calles calientes. Hay que combatir la corrupción y estabilizar la política.
Lo más urgente es convocar a nuevas elecciones. Lo segundo más urgente es abrir
espacios de expresión y participación a la población excluida compuesta por
negros y mestizos, o sea a más de medio Brasil. Población que reclama la
libertad y la justicia que no han existido nunca.
15.
Salvo los bikinis, en Brasil todo es grande.
Empezando por los bumbum y los problemas.