lunes, 9 de marzo de 2015

Mercedes Falconí Ramos / Ponencia presentada en Mujeres por la Paz


ENTRE AGATHA CHRISTIE Y LA ABUELA PAJARITA 
1. Se habla, desde los tiempos de Adán y Eva, de los misterios que la mujer encierra o contiene en su alma y en su cuerpo. Se habla de la manzana prohibida que, luego de la tentación de la serpiente provocó, por imprudencia, desacato o curiosidad de Eva… la expulsión del paraíso terrenal. La mujer es la culpable de todas mis desdichas…
Numerosos poetas han dicho, inspirados, que la mujer tiene más puertas y misterios que el mar. Gioconda Belli, una gran poeta nicaragüense contemporánea, habla con encanto del orgullo de nacer mujer, en su poema Y Dios me hizo mujer:   
Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo que creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.
2.     Hermosa, vital, sugestiva, la versión poética de Gioconda Belli, que comparto plenamente. Sin embargo, para abordar el tema desde otra óptica, voy a valerme de dos figuras de mujer: una escritora y una abuela (que es personaje clave en un cuento que escribí hace algunos años). La escritora es inglesa, se llama Agatha Christie y es experta en resolver, con aguda inteligencia y evidente agudeza de detective, los casos y delitos más complejos y misterios que se le presentan. El personaje de mi cuento, que leeré un poco más adelante, se llama La Abuela Pajarita: se trata de una mujer que, como si fuera detective, aprende o puede vivir muchas vidas… para descubrir o aproximarse a la esencia de la vida. Una abuela pajarita que no se deja atrapar por la rutina y el conformismo, como ustedes, el Grupo Mujeres por La Paz, que están aquí reunidas soñando y construyendo una sociedad más justa y humana, una sociedad de paz, donde hombres y mujeres, aportemos lo mejor. 

3.     Tanto Agatha Christie como la Abuela Pajarita tiene la facilidad de ponerse en las faldas, los sujetadores, los tacones, los pantalones, el alma, la vivencia de los otros. Esta capacidad de ponerse en el puesto y vida de otra persona es, para mí, según los autores y psicólogos que he leído, una facultad o capacidad que favorece o aventaja más a la mujer, mucho más que al hombre. Esta capacidad, en el lenguaje corriente, se la llama sexto sentido o intuición femenina. Se trata, sin embargo, de una inteligencia amplia que contextualiza los hechos sobre la marcha, mira el centro del blanco y obtiene conclusiones agudas, que debemos someterlas posteriormente al test de la realidad, que es el gran detector de mentiras.

4.   No haré una exposición lírica o hiperbólica de las hijas de Eva, que aborde con sentimentalismos a una mujer inexistente, sino que voy a citar a varios científicos que exponen sobre el tema. Empezaré por el gran Facundo Manes, neuro-científico argentino, investigador del cerebro humano, premiado universalmente a sus cuarenta y pico de edad, por sus inéditos aportes. Dice Manes que de hecho, de entrada, se nace con cerebro de hombre o cerebro de mujer. Esto es: hay diferencias anatómicas en ciertas regiones cerebrales que inciden en ciertas funciones cognitivas (manera de pensar y enfocar hechos, circunstancias, análisis) y en la manera que cada género procesa la emoción.
Para Manes, determinadas cualidades estarían relacionadas con los comportamientos ancestrales útiles para la caza y para asegurarse una compañera. Y en el caso de la mujer para afinar las habilidades que se necesitan para criar a los hijos.

5.  A lo expuesto por Manes agrego de inmediato y en breve, el pensamiento de  Helen FISCHER, una brillante antropóloga que en su libro EL PRIMER SEXO expone sus estudios sobre la mujer y sus circunstancias en el tiempo. El título del libro alude y se opone al famoso tratado de la escritora y feminista Simone de Beauvoir, titulado EL SEGUNDO SEXO, que hizo época en los años setenta y ochenta del siglo XX. Helen Fischer expone, en sus argumentaciones, que “las mujeres piensan de manera contextual, es decir, integran más detalles del mundo que les rodea, desde la postura corporal hasta la posición de los objetos. Las mujeres realizan múltiples tareas simultáneamente, están pensando en red. Dan énfasis en el todo frente a concentración en las partes”.
“El desarrollo del pensamiento del hombre y de la mujer parte de hombre primigenio. Mientras el hombre salía a cazar, y debía concentrarse en una sola tarea, que era cazar, para no ser atacado por las fieras. La mujer, en la casa tenía que realizar incontables tareas mientras cuidaban a sus hijos, avivan el fuego, cocían los alimentos, hablaban con las amigas”.
La mujer contemporánea aprende a hacer y pensar varias cosas simultáneamente, tiene mayor flexibilidad mental y una intuición que no es inspiración sino expresión de la inteligencia femenina…
Estas capacidades y aptitudes innatas de las mujeres están transformando el mundo; además nos proporcionan una ventaja competitiva adicional pues nuestras habilidades escondidas o encajan a la perfección con las exigencias instantáneas y vitales del siglo XXI.

6.     De Manes y de Fischer voy a pasar a una información que leí hace cinco días en el periódico argentino Página12. En la nota, muy destacada en el diario, se dice puntualmente, para evitar distorsiones, lo que sigue:
Las agencias de espionaje británicas tienen que reclutar a más madres de mediana edad, concluyó un comité de inteligencia del Parlamento. “Las mujeres que han tenido hijos, que han criado a sus familias, tienen una experiencia diferente”, enumeró la diputada Hazel Blears, autora del informe. En la historia hubo dos mujeres a cargo del MI5, Stella Rimington y Eliza Manningham. Pero en la actualidad las mujeres ocupan sólo el 19 por ciento de los puestos de inteligencia de alto rango, en comparación con el 38 por ciento en el conjunto de la administración pública.
Nótese que la información de prensa recoge, implícitamente,  en versión simple y cotidiana, los conceptos de Manes y de Fischer. 
El cerebro de la mujer es especial, trabaja en red, es más local y más global al mismo tiempo. Hecho que me hace pensar en Agatha Cristi: las mujeres, si nos despojamos de los lloriqueos y auto homenajes, podemos, como detectives cabales, mezcla de inteligencia y sutileza, antes que de buena puntería o destreza en el karate o judo, empezar, un poco, a desenredar la madeja revuelta de la vida: sin apresuramientos, sin revoluciones armadas, sin declaraciones políticas o económicas, sino desde la acción. Podemos hacer en nuestra familia, con nuestra sociedad, lo que la novelista inglesa hacía en sus célebres relatos.

7.     El gran escritor nicaragüense Sergio Ramírez Mercado, quien fue sandinista y vicepresidente de Nicaragua, no solo es un revolucionario arrepentido por el uso de la fuerza, por los desatinos en que cayó el sandinismo, sino que en su última novela desarrolla la idea superior de que LA MAYOR REVOLUCIÓN POSIBLE ES PONERSE EN EL PUESTO DE OTRO. En la vida de otro. Eso es lo que buscan los humanistas para impulsar la convivencia en sociedad, en  paz, en respeto a las culturas y a las leyes. Sergio Ramírez dice en una entrevista publicada en diario el PAÍS de España, cosas así:
“La mayor revolución es tratar de ver el mundo como lo ve el otro. En la política, pocos como Mandela o Luther King consiguieron encarnarse en el otro. Estas exigencias se hacen permanentemente en mundos tan conflictivos como el judío, a través de autores como Grossman o Gross. Uno puede entender el mundo desde la otra perspectiva. La gran tolerancia se da de esa manera.
Sergio Ramírez, en su última novela “Sara”,  hace una reivindicación histórica de la mujer. Ramírez dice: “Una de mis grandes persecuciones es penetrar en los misterios del alma femenina. Por eso, me pareció tan atractivo recrear este personaje bíblico. El Antiguo Testamento apenas dedica espacio a la historia de Abraham y Sara y eso es muy atractivo para un escritor. Uno se ve obligado a leer entre líneas en el lenguaje patriarcal, cuando la mujer estaba sometida incluso a las palabras. Sara tiene prohibido hablar, sólo le toca obedecer. Pero no deja de pensar y también de actuar”.
Además dice Ramírez: “Dios le prohíbe reír. El gran conflicto de la sociedad patriarcal es que la mujer ni siquiera puede reír. Pero ella lo hace, y el Mago (Dios) reacciona furioso. Es la respuesta a los cánones inflexibles de la ortodoxia religiosa. Y no deja de estar vigente, no hay más que fijarse en el Califato Islámico”.
La mujer ha sido sometida a través de la religión, de la leyes, de las costumbres, de la educación, de la sociedad en general; pero siempre ha encontrado puertas por donde escaparse del paraíso terrenal, donde ella debe mostrarse sumisa, buena y obediente.
Finalmente, a ustedes, mujeres por la Paz, les recuerdo las palabras de Florence Thomas (psicóloga social francesa-colombiana): “para encontrar nuevos caminos para la democracia y para la paz –una paz integral, una paz positiva que no significa solo el cese de la guerra- deberíamos empezar a desplaza nuestras miradas de los público hacia lo privado, hacia adentro, al encuentro de lo más trivial y cotidiano, al lugar donde se constituye la vida”.
Deberíamos, dice Florence, dejar por instante de contabilizar los secuestrados, los desaparecidos, los muertos… y las constantes violaciones de los derechos humanos, “para ocuparnos de la mente, de las identidades, las subjetividades de los hombres y las mujeres, porque la paz se debe generar ante todo en la mente de los sujetos”. 
Si bien la abuela Pajarita no se ha reencarnado en Agatha Christie, les leo el cuento para que ustedes se motiven y escriban cuentos e historias, como pajaritas que se reúnen para cultivar el árbol de la Paz. 


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